Los ingredientes del repollo rehogado

Hace frío. Siempre hace frío en diciembre.

En el día previo a la Navidad, cuando llegaba a casa, sabía que encontraría a mi abuela en la cocina.

Siempre la misma escena: con el  delantal puesto, el cucharón en la mano, y muchos cacharros en los fuegos…borboteando, chisporroteando, hirviendo, borbolleando…

Distintos guisos: cociéndose, friéndose, asándose…

Y el olor…¡ese olor!…

Ese y no otro, es el olor de mi Navidad: huele a hogar, a cariño de padres,  de abuelos, a risas de primos…

Pero volvamos a los fogones, entre todos los condimentos, destacan en mi memoria unos característicos: ajo, pimentón y vinagre.

Eran los ingredientes  del rehogo del repollo.

También recuerdo una mezcla en el almirez, de almendras, vino, azafrán y hojitas de laurel… pero esa es otra historia…

El repollo cocía durante horas, los vapores empañaban los cristales y dejaban en  el aire un efluvio característico que quedaba olvidado en el mismo instante en el que, en la sartén, se mezclaban los ajos, el pimentón y el vinagre…

Esta mezcla, producía un efecto arcano…

¡Cómo es posible que algo tan poco atractivo como el repollo se convirtiera en un manjar….!

En realidad -si lo pienso bien- no es el olor lo que rememoro, es todo un mundo de sensaciones, de evocaciones, momentos mágicos, ensueños y quimeras, cristalizados en mi ilusión… son mi Rivendel, mi Arcadia.

Allí vuelvo siempre en estas fechas, y mi corazón sonríe y se hace niño de nuevo, a pesar de que duelen las ausencias.

Carmen

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